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El deporte como escuela de vida

Un instrumento llamado Fútbol Base.

He leído que en la Fórmula 1 utilizan simuladores de carrera antes de competir, antes incluso de los entrenamientos previos a los grandes premios. Estos simuladores cuestan millones de euros y su misión es que los pilotos tengan un primer contacto con el circuito previo a los entrenamientos para poder sacar mucho más rendimiento a cada hora de entrenamiento posterior en un circuito real. Es mucho más barato conocer el circuito en una primera fase a través del simulador, que el coste de desplazar a todo un equipo con todo lo que ello conlleva. Igualmente evita costosos y peligrosos accidentes durante los entrenamientos con coches reales. Es por ello que la millonaria inversión en simuladores es al final muy rentable.

Esto mismo sucede en el fútbol base, se convierte en un simulador previo a la vida real para los jóvenes jugadores de cantera. Si aprovechan las enseñanzas que reciben durante esta etapa evitaran muchos “accidentes” y afrontarán con solvencia diferentes aspectos de su vida dentro y fuera de los terrenos de juego.

Soy consciente de que puede sonar confuso, así que me voy a explicar. Cuando era jugador de categorías inferiores oí en alguna ocasión a los adultos de mi alrededor que el hecho de pertenecer a un equipo me iba ayudar en mi vida profesional, algo que no llegaba a entender en aquel momento. Pero lo cierto es que muchos de los aprendizajes adquiridos en esa época me han ayudado a enfrentar mejor las diferentes experiencias que me he ido encontrado tanto en mi vida profesional como en la personal.

¿Y cómo sucede esta maravilla? Pues bien, un niño que empieza a jugar al fútbol en un club en primer lugar comienza a tomar decisiones por sí mismo, él toma la decisión de empezar a jugar al fútbol, y si esa decisión le viniera «impuesta» por sus padres, para él queda el decidir seguir jugando. Él debe decidir si este deporte le gusta lo suficiente como para seguir practicándolo con todo lo que esto conlleva, desplazamientos, madrugones, entrenamientos, lesiones. Tomará otras muchas decisiones; ¿Tiro a puerta o regateo?, ¿Le paso al hueco al desmarque del delantero o decido pasar a un compañero más retrasado para comenzar la jugada?, ¿Me repliego en defensa o presiono la salida del balón? ¿Remato con la cabeza o controlo con el pecho? Esta es la primera curva que nos enseña el simulador del fútbol base, la toma de decisiones, algo que en la vida se va a dar continuamente y que a mucha gente le produce gran dificultad afrontar. Son muchas decisiones que debe tomar un niño durante su etapa de formación en el club, y es muy importante que al igual que en un simulador la equivocación no se convierte en un hecho transcendental. Se debe poder corregir un error rápidamente sin gran repercusión y así poder aprovechar la enseñanza que siempre se adquiere al errar, con el objetivo de mejorar cara a la siguiente decisión. Cuando empiece su vida adulta ya habrá tomado una gran cantidad de decisiones por él mismo y esto le ayudará a tomarlas con más soltura, sin miedo a equivocarse porque sabrá que el error le servirá para mejorar, sabrá que unas veces se gana y otras no, pero siempre se aprende.

Cuando deja atrás la primera “curva del simulador” sin tiempo a que piense demasiado le llega la segunda curva. Un entrenador que le impone una serie de reglas que le condicionan a él en beneficio de su equipo, es estar sometido a la disciplina de grupo para perseguir un objetivo común en una determinada temporada. Al igual que se encontrará jefes o superiores jerárquicos que le establecerán unas pautas de comportamiento por el bien de su empresa. Incluso llegará el momento en el que ese joven jugador se convierta en “entrenador”, y será jefe, maestro o padre, deberá escoger lo mejor que ha aprendido de cada uno de ellos, darle su esencia y poder liderar su propio equipo. También aprenderá que los entrenadores cambian frecuentemente, hay que adaptarse continuamente a nuevos escenarios, donde lo aprendido anteriormente debe ser «re-aprendido». Termina un ciclo y comienza otro.

Esto no acaba aquí, se encuentran con los compañeros de equipo, jugadores que tienen un objetivo común al propio, que su éxito es el suyo y viceversa. Aprenden en este simulador a relacionarse con esos compañeros en el día a día, descubren lo que significa permanecer juntos, empatizar, colaborar, tolerar y luchar en equipo. Se les graba a fuego lo que significa el hoy por ti mañana por mí. Aspectos vitales para el desarrollo de la vida en sociedad.

Cuando ya empiezan a sentirte cómodos en el simulador viene una doble curva, cargadas ambas de aprendizaje; los árbitros y los compañeros rivales. Comienza la competición, los jóvenes jugadores se percatan rápidamente de que hay un nuevo actor que influye en su juego, el árbitro, una persona que hace respetar las normas para que la práctica del fútbol sea viable y se produzca una limpia competencia. Es la figura del regulador, una institución que debe poner un orden común y sin la cual no podríamos progresar. El joven deportista aprende a respetar y acatar las decisiones del árbitro, algo que le ayudará a respetar y obedecer la multitud de reglas con las se encontrará en su vida. Y digo que aprende a respetar y cumplir las decisiones de los árbitros porque es así como sucede en un principio, cuando empiezan sus primeros contactos con los árbitros. No es una primera etapa, si no posteriormente cuando se comienza a detectar unos comportamientos negativos con respecto a los árbitros en los jugadores, como consecuencia de la mala influencia que reciben por parte de familiares, entrenadores, compañeros veteranos, medios de comunicación o de sus propios ídolos.

Los compañeros-rivales son esos jugadores que juegan en un equipo rival, que un año son rivales y otro año pueden ser compañeros de vestuario. Son niños con las mismas aficiones que ellos, con los que tienen muchísimas cosas en común. Son rivales solo en el campo, cada uno debe dar lo máximo para poder ganar a su rival dentro del terreno de juego, porque no nos olvidemos que todo esto es un juego. Tenemos que enseñarles que fuera de este terreno ya no son rivales, son compañeros. Al igual que le pasará a lo largo de su vida cuando estudien, opositen o trabajen en entornos de alta competencia.

Como gran diferencia con el simulador de la fórmula 1, en el fútbol base contamos con adultos orbitando alrededor de los jóvenes jugadores; entrenadores, árbitros, padres, aficionados, etc. Sobre ellos recae la labor más importante, tienen que enseñar a interpretar las diferentes emociones (curvas) que sienten los jugadores según las circunstancias a las que se enfrentan en el día a día. Y como no puede ser de otra forma predicar con el ejemplo. Esta guía es fundamental ya que, puede suceder que la gran herramienta de enseñanza que es el fútbol base se convierta en un arma peligrosa, es tal su potencial que mal gestionada da resultados nefastos. Todos hemos visto escenas muy desagradables en los campos de fútbol base; peleas entre rivales, insultos, agresiones a árbitros, discusiones entre padres, y un largo etcétera que seguro cada uno puede completar con su propia experiencia.

Seguro que cada uno de nosotros podríamos poner ejemplos sobre aspectos que se aprenden en el fútbol base y tienen su paralelismo en la vida de un adulto. Que los jugadores hayan pasado unos años subidos a este simulador de vida, no evitará que no cometan errores pero si podrá evitar muchos accidentes. Les facilitará entender mejor un mundo que es de todo menos sencillo.